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Mudarse con Mascotas: Estrategias para Reducir su Estrés Durante el Cambio de Hogar

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Mudarse con mascotas: cómo acompañarlas y reducir su estrés durante el cambio de hogar

Los animales perciben los cambios antes que nosotros y pueden manifestar estrés ante el movimiento y el desorden. Si una mudanza es traumática para una persona, para una mascota lo es aún más.
14 de noviembre de 2025
15:49
Tiempo de lectura: 6 minutos

Es importante preparar antes de la mudanza una habitación donde el animal pueda sentirse seguro.

Preparar habitación segura para mascotas

Los animales, especialmente perros y gatos, suelen notar que algo está por suceder incluso antes de que se empiecen a armar las cajas. Una mudanza no solo altera la rutina y estabilidad de las personas, sino que también puede ser un proceso complejo para las mascotas, que perciben los cambios en las emociones, olores y movimientos de sus tutores.

“Los animales perciben los cambios incluso antes de que empiece la mudanza porque nos observan mucho. Lo fundamental es estar atentos. Los humanos solemos estresarnos bastante con las mudanzas, y ellos van a notar estos cambios en nosotros, y en muchos casos pueden llegar a estresarse”, advierte Carolina Marco del Pont, educadora canina y educadora vincular felina.

Mara Romina Ritrovati, adiestradora, educadora canina y especialista en crianza multi especie, concuerda: “Las señales de estrés son muchas y cada animal las manifestará en mayor o menor grado”. Entre los indicadores más comunes de estrés en animales, la especialista enumera los siguientes:

Señales claras de estrés:

  • Vocalización excesiva
  • Tensión muscular
  • Falta de apetito
  • Hipervigilancia
  • Jadeo constante
  • Pérdida de peso
  • Necesidades fisiológicas en lugares no habituales
  • Mayor irritabilidad
  • Apatía
  • Búsqueda constante de contacto

Otras señales más sutiles:

  • Bostezos
  • Sacudirse
  • Esconderse
  • Rascarse
  • Ojos de ballena (exposición de la parte blanca de los ojos)

Preparación previa y estrategias para facilitarles el proceso

La clave está en planificar la mudanza con anticipación. No conviene esperar al último momento: los cambios deben incorporarse de forma gradual para que el animal pueda procesarlos sin sobresaltos. También es importante considerar la personalidad de cada mascota. Si es especialmente sensible, lo mejor es dejarla en un entorno familiar mientras se embalan las cajas y se mueven los muebles. “Para los animales temerosos, ver a extraños entrar y desarmar su territorio puede resultar muy invasivo”, advierte Ritrovati.

Existen razas que requieren cuidados especiales durante la mudanza. Una de las estrategias más simples, pero efectivas, es introducir los elementos de la mudanza de a poco. “Podemos sacar algunas cajas y dejarlas unos días antes para que el animal las huela y las explore, y mantener su rutina diaria lo más estable posible”, sugiere Ritrovati.

En el caso de los gatos, que son animales territoriales y no toleran bien los traslados a distintos lugares en un mismo día, lo ideal es preparar con anticipación una habitación segura, donde puedan permanecer durante la mudanza. “Esa habitación debe tener todos sus recursos: comida, agua, rascador, bandeja sanitaria y juguetes. Así evitamos el estrés que genera el movimiento de cajas y muebles”, explica Marco del Pont.

Los espacios vacíos, las cajas y el desorden pueden estresar mucho a las mascotas. Ritrovati agrega que es fundamental acostumbrar al gato a la transportadora con tiempo y, si es necesario, usar feromonas o aceites esenciales que favorezcan la relajación.

Minimizar el caos el día de la mudanza

El día de la mudanza puede ser especialmente caótico. Para reducir el estrés, lo ideal es mantener a las mascotas lejos del movimiento. Los gatos deberían permanecer en la habitación previamente preparada, mientras que los perros pueden quedarse en la casa de un familiar o en una guardería. De esta forma, se evita la sobreexposición al ruido y el riesgo de que se escapen.

En cuanto al traslado, los gatos siempre deben viajar en transportadora; los perros, si no están habituados a ella, deben hacerlo con arnés y cinturón de seguridad. Cuanto menos presencian el desmantelamiento de su entorno, mejor será su adaptación posterior.

El proceso de adaptación

Una vez instalados, comienza el período de adaptación, que puede extenderse entre una y tres semanas. La duración dependerá de la edad del animal, su temperamento y la calma que logren transmitir los tutores.

Durante los primeros días, conviene mantener las rutinas conocidas: horarios de paseo y alimentación, objetos familiares y espacios seguros. “Las rutinas son un ancla emocional”, destaca Ritrovati. Los perros suelen adaptarse más rápido si se les proporciona un entorno familiar, mientras que los gatos necesitan más tiempo y espacios controlados para explorar poco a poco.

En este proceso pueden aparecer comportamientos asociados a la ansiedad o desorientación. “Los gatos pueden maullar más o eliminar fuera de la bandeja; los perros, romper cosas o quedarse junto a la puerta esperando a su familia”, describe Ritrovati. Si estas conductas se prolongan, es importante consultar con un profesional. “Pedir ayuda lo antes posible evita que los comportamientos se consoliden”, recomienda.

“Ante cualquier cambio de conducta, primero hay que descartar causas médicas con un veterinario. Si todo está bien, se puede trabajar con un educador canino o felino o con un etólogo para diseñar un plan de adaptación”, coincide Marco del Pont.

El juego también cumple un rol fundamental. “La búsqueda de comida mediante el olfato relaja y estimula tanto a perros como a gatos”, explica Ritrovati. Marco del Pont suma que las actividades de enriquecimiento ambiental como el lamido, la masticación o el juego predatorio ayudan a reforzar el vínculo y aliviar tensiones, aunque deben incorporarse progresivamente y con orientación profesional.

Mudarse con una mascota implica más que cambiar de dirección: supone acompañar a un miembro más de la familia en un proceso lleno de estímulos nuevos y con una nueva vida por delante. “Ellos no entienden que estamos empezando una nueva etapa”, reflexiona la especialista, “pero sí entienden cómo nos sentimos. Si logramos vivir la mudanza con calma y empatía, ellos también podrán hacerlo”.

Por Brenda Escudero

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